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El año 2021 empezó bastante temprano. Unas 20 cumbres de prominencia 20 metros, casi todas desconocidas, nos aguardaban. Yo no albergaba ninguna esperanza de acabar con el proyecto antes de que llegara de nuevo el invierno, pero ... había que pelearlo.
La cumbre más asequible de la lista, para la época del año en que aún estábamos, nos parecía ésta. Cuesta casi tanto encontrarla dentro del paredón de Peña Vieja como aprenderse su nombre, enrevesado donde los haya.
Así que solo cuatro semanas después de estrenar la primavera, nos pareció que ya podíamos empezar a tachar de la lista. Bastante más pronto de lo que esperábamos, pero es que las fotos que nos enviaron no mentían. Casi no quedaba nieve en el Circo Intermedio de Peña Vieja.
Acceder al circo nos pareció desde el principio el problema mayor (aunque no teníamos ni una foto nítida de la aguja), pero siempre estaba la opción de intentar entrar por la parte izquierda, escalando los dos primeros largos del Espolón de los Franceses.
Domingo soleado, pero con bastante aire. Así que la aproximación desde las Vegas de Sotres, con el viento frío de cara, resultó más bien desagradable. Si no fuera por la ilusión que uno lleva dentro ...
Llegamos a Aliva sobre las 10 de la mañana. Estaba preciosa. Y empezamos a escudriñar los alrededores de la aguja mientras nos acercamos a la pared.
La verdad es que el zócalo marrón que da acceso al lado derecho de la aguja no apetecía nada. Al menos desde lejos.
Así que pasamos a focalizarnos en la zona izquierda, donde se encuentra la entrada del Espolón de los Franceses.
Remontamos el nevero en dirección a la pared. La nieve estaba muy bien a esas horas. Al acercarnos a la pared, el viento se ha calmado y la actividad empieza a hacerse más apetecible por momentos.
Con la nueva perspectiva, nos damos cuenta que la rampa herbosa a nuestra derecha lleva casi directamente al objetivo. Malo será que por un sitio u otro no lleguemos cerca de la cumbre.
Tenemos la suerte, además, de que el nevero nos deja plácidamente casi al inicio de dicha rampa. Ni siquiera hay rimaya. Así que en una pequeña terracilla dejamos crampones y bastones. Trepamos unos metros sencillos de roca y enfilamos rampa arriba. Hemos accedido al circo con mucha más facilidad de lo que habíamos previsto.
Tras unos 70 metros de trepada, algo expuesta en algunos puntos, decidimos encordarnos y continuar hacia el lomo que desciende de la aguja.
Terreno bastante vertical que, puntualmente, permite asegurar cuando aparecen franjas de roca. No traemos estacas de hierba.

Metidos ya en la pared, con el sol y el viento en calma, disfrutamos de lo agradable de la actividad.
En un largo a tope de cuerda, estamos casi al pie del mogote cimero. No sabemos lo que esconde, pero no parece que vaya a darnos problemas.
Reunión justo bajo la cumbre de la aguja.
Y efectivamente, llegar a la cima ya es solo cuestión de escalar unos 20 metros de roca rota (no pasarán de III) por el lado derecho del mogote.
Desde la cumbre, ya vemos que la vertiente Este de la aguja puede ser también una buena opción de subida. En apariencia, verticaliza un poquito en la zona que no vemos, pero parace asequible. En la foto tomada desde lejos puede apreciarse mejor.
Preciosas vistas de Aliva desde arriba.
El descenso se hace en un corto rapel, que te va llevando hacia la pequeña horcada con la Aguja Superior.
Vista hacia arriba al acabar el rapel. Por este lado, tiene un aspecto feroz.
Y a mano izquierda su hermana, la Aguja Superior. Se confirma bien su escasa prominencia, de manera que decidimos ni acercarnos allí. El aspecto del acceso tampoco invita a ir y volver en un momento.

El tramo de salida de la horcada entre agujas. En la misma horcada nos dió algunos problemas un nevero peleón, en sombra perpetua, que estaba duro como una piedra.
Y una vista general de la vertiente Este de la Aguja Inferior. Está claro que por ahí también se sube.
Para bajar, optamos por la evidente canaleta que veíamos desde abajo. No quisimos subir por ella porque llevaba directa al lado de la aguja que menos nos gustaba "a priori". A toro pasado y visto lo que vimos en el descenso, puede ser una opción de subida más sencilla que la nuestra.
La unión de la canaleta con la zona donde comenzamos a escalar. Hay que pasar un pequeño estrechamiento que al subir parecía mas complicado que ahora visto desde el otro lado.
Y después de descender con mucho cuidado la rampa herbosa, llegamos a la trepada incial.
Un poco más abajo nos esperan lo útiles de invierno.
Y para sorpresa nuestra, un buen clavo que no vimos al subir.
Nevero abajo, contentos del éxito, con el Oriental al fondo.
La posible respuesta a lo que significaba ese clavo nos quedó más clara al volver a pasar por la zona unos meses mas tarde. Y es que fue una suerte intentar la ascensión a la aguja en esa época del año, ya que el nevero de la base nos liberó de escalar un primer largo en roca, que casi con seguridad no baja del IV grado.
¿Quizá un rapel para apearse del zócalo? Quien sabe la historia que esconderá ...
Y una imagen del circo a la luz del atardecer, donde ya es más fácil identificar las dos agujas.
Espero que el reportaje merezca vuestro interés. El croquis de la ruta lo podeis encontrar en el apartado Dosmiles de Picos.
Hasta pronto.
