
“La garganta del Dobra y las sierras de Vis y Amieva” es un impresionante estudio histórico, etnográfico, geográfico y montañero de una zona muy poco conocida hasta ahora. Un libro denso, repleto de datos y de topónimos. Un libro adornado con multitud de fotografías que nos ayudan a comprender una geografía atormentada. Un libro que nos abre la puerta al conocimiento y al recorrido de ese territorio. En suma, un libro que no puede faltar en la biblioteca de cualquier amante de la montaña asturiana...
Por supuesto, apenas tres semanas de cita diaria que llevo con el libro no bastan para leerlo en profundidad. Pero sí para percibir en cada una de sus páginas no sólo la meticulosidad y el rigor del autor sino también su profundo amor por la tierra y las gentes acerca de las cuales escribe, los verdaderos protagonistas. ¿Puede eso sorprendernos? En absoluto, puesto que todo ello es un común denominador de las obras de Francisco Ballesteros. Incansable e intrépido andarín, tenaz investigador e impagable escritor, los montañeros estaremos siempre en deuda con quien sin duda pasará a la Historia como uno de los grandes divulgadores de la montaña asturiana.
He tenido la inmensa fortuna de poder aportar un granito de arena en la gestación de este libro. Recuerdo con gratitud la invitación de Paco para asistir a una reunión en casa de Enri y Tere, su adorable madre, en Vis, un día de febrero de 2008. No me lo perdería por nada del mundo. Aquella noche volaban las fotografías por la estancia y afloraban nuevos topónimos en cada píxel... Habíamos entrado por la puerta pensando que ya lo conocíamos casi todo y, de repente, se nos abría un nuevo mundo para la exploración. A los pocos días, sin poder contenernos, ya nos peleábamos con El Gorbezalón y buscábamos la huidiza Juracada de Macuera...
A mí, simple montañero sin grandes inquietudes culturales, este libro me traslada a lugares otrora humanizados y ahora absolutamente salvajes. Rincones recónditos e insospechados donde la Naturaleza se muestra en estado puro. Es una promesa de aventura lejos de la llamada “civilización”. Momentos de intensidad que permanecerán siempre en la memoria...
Por todo ello:
¡Gracias, Paco!