Se han puesto a bailarme cosas por la cabeza y me parece buen momento para publicar otro de los artículos de Fernando Colina que tenía pendientes.
Hace poco, relatando mi última visita a Ario, recordaba algo que me dijo mi hermano Manolo que me hizo sentir, quizá por primera vez, lo limitado del tiempo y de la vida. Para no tener que reescribirlo, lo copio de aquél reportaje; estábamos en la cima del Jultayu:
De este momento tengo un recuerdo curioso: yo que conocía los Picos de Europa mejor que mi hermano y que había andado ya por varias de sus cimas se las iba señalando y comentando y de repente él dijo algo así como “Qué pena que uno no tenga ya años suficientes por delante para andar por todos esos sitios”. Independientemente de que tuviera años suficientes o no (es muy poco mayor que yo), era la primera vez que se presentaba ante mí un pensamiento así. Es decir, cuando uno es joven la vida parece infinita (ni se imagina uno el final) y uno cree que puede hacer todo lo que quiera y que no hay prisa para hacerlo, porque hay tiempo de sobra. Sin embargo, cuando se va teniendo más edad, uno va viendo que el tiempo es limitado, que cosas que no has hecho quizá ya no puedas hacerlas y que los distintos lugares sólo existen cuando uno está en ellos. Ahora ya comprendo mejor aquella frase que tanto me extrañó en su momento.
Conclusión evidente (tanto más evidente cuantos más años se tienen): CARPE DIEM.
Fue en 1988. Lo publiqué en este gran archivo de vivencias que es el Foropicos en Enero del 2008:
http://www.foropicos.net/viewtopic ... 17&start=7
Bien, pues hace dos o tres sábados me encontré con otro de los artículos del señor Fernando Colina (una de esas personas que piensan, como los filósofos de antes; ahora parece que ya sólo se habla de cosas miserables como el dinero) sobre, más o menos, el mismo tema. No hay más que leer la primera frase que hay debajo de su nombre: "Es tal el vacío que se siente mirando hacia el porvenir...":

Como más o menos dice Colina, no deja de ser un consuelo pensar que existe una trascendencia, un más allá, y quizá sean afortunados los que creen en ello. En fin, yo creo que a los hombres nos sobra cerebro y soberbia (aquél “rey de la creación”) y por ello nos cuesta asumir que llegará un día en el que desapareceremos y necesitamos inventarnos eternidades.
Pero, aparte de esto, me resulta muy interesante eso que dice de los “psicóticos”, a los que les preocupa más de dónde vienen que a dónde van. Y me gusta mucho lo que decía Bataille sobre lo altamente improbable que resulta nacer (“caer en brazos de los hombres”), con lo cual podemos considerar que ha sido una gran suerte haber aparecido por este mundo, sea para el rato que sea. Creo que esta es una visión muy positiva de la vida.
Lo mejor será que vaya a correr, que se aclaran las ideas.