Pasada menos de una semana, ya estaba claro que íbamos a volver pronto allí. La cuestión era cuando y con que intención.
La ansiedad y el buen tiempo quisieron que fuera solo tres semanas después, coincidiendo con la Travesera del 2013.

De nuevo la Piqueta ante nuestros ojos, envuelta en la bruma. Aunque de momento prestamos más atención a los superhombres que nos vienen pidiendo paso. Era casi la cabeza de la carrera. Aplausos y gritos de ánimo. Se lo merecen.





Como ya vamos conociendo mejor los recovecos de la zona, esta vez intentamos llegar en directo a la base de la Piqueta, sin pasar por el Collado de Valdominguero. Y nos encontramos con un pequeño corredor y esta bonita estampa.

La entrada del mismo.

Y la salida, con la cara O en todo su esplendor. Posibilidades parece que tiene, por lo menos en la mitad superior, pero habría que buscar una entrada que te lleve allí. Sofocos me entran solo de pensarlo. Mientras tanto, mi compañero llega a mi altura. Hemos decidido jugar la baza del lado opuesto antes de pensar en estas cosas.

Un poco más arriba, una pequeña prominencia nos deja asomarnos a la parte final del Canalón. Butaca de primera final para la Travesera. A estas horas, está ya comenzando a llegar el grueso del pelotón.


Pero nosotros tenemos que volver al tajo. Remontamos una pedrera, pegados a la base de la Piqueta, para situarnos bajo una pequeña horcada.

La vez anterior ya pasamos por aquí, cuando reconocimos el terreno al final del día, y nos pareció que escalar casi en la vertical era el mejor acceso a dicha horcada. Bastante mejor que por la parte de atrás.

Nos atamos y para arriba. Un largo de unos 30 metros, ligeramente oblicuo a la izquierda, nos deja en la horcada. Más sencillo de lo que parecía a primera vista (apenas si llegará al IV en alguna zona).

Mi compañero llegando a la reunión. No lo pregunta, pero está esperando que le diga qué aspecto tiene el resto.

Desde la reunión se ve únicamente el tramo hasta un enorme bloque pegado a la pared, justo en el punto por donde parecía que podríamos pasar en travesía. Empiezo el largo por terreno sencillo (III o III+) e intento colocar un primer seguro. Continúo hacia la derecha y me asomo a los desplomes de la cara E. Coloco otro seguro justo antes de llegar al bloque. Voy literalmente cag... (de eso sí que me acuerdo muy bien).

Cualquiera que haya escalado un poco en alpina sabe bien que es eso de ver la cuerda que sube y baja en la reunión, las respuestas vagas del primero que está concentrado en lo suyo, etc.. Te mina la moral, como diría Antonio Recio. Y eso es lo que sufrió mi compañero durante más de media hora.
Pero al final la Piqueta se ha rendido. Le saludo desde arriba, aún un poco nervioso, y le explico lo que hay. Continúo hasta las dos pequeñas cumbres (a la segunda se llega mal porque la cuerda corre fatal).

Siento que no tengamos más fotos pero, pasado el bloque, desapareces en el "lado oscuro", donde tu compañero no te vuelve a ver. Y sólo llevábamos con nosotros una cámara. Lógicamente, más de uno estará pensando en que las fotos las podía haber hecho el segundo al subir. Pues bien, lo que ocurrió en realidad es que mi compañero, por prudencia, no subió.
El paso del bloque es poco recomendable. No estoy del todo seguro, porque algo me impulso a pasar casi sin pensar y sin apenas agarrarlo, pero juraría que, aunque asentado, está completamente suelto de la pared. Y el problema es que el paso pide a gritos agarrarse a el.
Aquí lo tenemos en todo su esplendor. La gran fisura que se ve detrás, en la parte alta, parecía a priori (desde casa, sentado en una silla), la salida más evidente, pero tras varios intentos desistí porque desplomaba demasiado. Mis brazos tienen el limite de carga muy bajo.

Después de mucho mirar acabé continuando a la izquierda, por una especie de canaleta oculta en la foto, de roca más bien mala. El paso de salida arriba es aéreo pero se asegura bien con friends (IV+).

El rapel quedó montado en la antecima con un cordino muy largo lazando un gran bloque.


De nuevo en la horcadina, buscamos salida hacia el E para intentar evitar un segundo rapel, pero al final un destrepe complicado, de unos pocos metros, nos obligó a usar la cuerda de nuevo.

La Piqueta vista desde la salida de la horcadina.

Y ya más relajados, volvemos la vista atrás en el descenso y contemplamos la cara O. Si hasta parece que ahora ya tiene más relieve y posibilidades.


Decidimos bajar también por el pequeño corredor. Desde la base queda muy a mano y además tiene buena sombra.

Son algo menos de las cuatro de la tarde. Con un sol de justicia, los últimos de la Travesera continúan su ascenso. Madre mía, que huevos !!!

A nosotros nos esperan abajo unas cañas. Hoy nos las hemos ganado de verdad.