Foros de Montaña de Picos de Europa y Cordillera Cantábrica

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28-03-2019: Vilamartín de Valdeorras (6h30') - Quiroga (15h30') - 33 Km

Seguía el tiempo despejado, tal como había visto antes de iniciar el viaje en la previsión de varios días de AEMET, de modo que la luna, cada vez más pequeña, seguía recibiéndome por la mañana:

Saliendo del albergue y metiéndome en la noche, dejando a la izquierda el embalse de Valencia do Sil:

Pasando por encima de las vías para retomar la carretera del día anterior hacia A Rúa de Valdeorras:

Un tramo algo peligroso de carretera, prácticamente sin arcén, con la vía del tren y el Sil abajo a la izquierda:

A Rúa de Valdeorras a la vista:

Zona de buenos vinos:

Había desayunado, como siempre, en el albergue antes de salir, pero, por lo que había leído, no iba a encontrar durante toda la etapa ningún sitio con servicios, de modo que, aunque sólo llevaba unos 5 kilómetros, me apetecía tomar un cafetín (con mis dos carajitos) y no me costó nada encontrar un sitio, en A Rúa había ya bastante movimiento a aquella hora temprana:

Aproveché para ir a los servicios, donde tenían una novedosa representación de lo masculino y lo femenino:

Y, lamentablemente, al entrar me rocé con la manilla de la puerta, que estaba rota y tenía aristas, y me hizo un pequeño siete en la chaqueta. Como esto lo estoy escribiendo bastantes días después, ya puedo decir que en un cose-todo de Valladolid en el que hay una señora muy habilidosa, me hicieron una extraordinaria y casi invisible reparación:

Avanzando por la calle principal de A Rúa, con más cosas relativas al vino:

Justo a la altura de la Casa Consistorial (Casa do Concello, en Galicia) se abandona la calle principal para subir, hacia la derecha, hasta la iglesia de Fontei:

Una señal del Camino con un reconocimiento a un señor con unos apellidos que les sonarán mucho a algunos de mi familia:

Subiendo por una carretera, dejando atrás y más abajo A Rúa:

Continúa.

Sigue:

Desvío, bien señalizado, de la carretera hacia un camino:

Sin embargo, al poco rato empecé a notar una preocupante falta de señales. Había que pasar junto a un hotel y efectivamente pasé junto a él por su parte trasera:

Insistí por un caminillo, con muchas dudas, sin ver señales (estos momentos de dudas son de los peores de los Caminos, costando mucho decidir si se sigue, o se vuelve atrás, con las consecuencias que pueden tener ambas cosas):

Empleando el navegador del móvil, vi que para llegar al siguiente pueblo, aún lejano, no parecía ir muy bien por aquél camino, de forma que decidí volver atrás. Buena decisión: se pasaba junto al hotel, pero por su parte delantera, y ya volví a ver (con alivio) señales:

Enseguida se entraba en un largo tramo muy agradable de andar: una carreterilla con el Sil por debajo a la izquierda y con muchos guiños al peregrino en formas de figurillas de madera en los árboles (ojos, soles, la estrella jacobea, …):

Curioso método de reciclaje de electrodomésticos (y desgraciadamente no fue el único caso que vi):

Fin de la primera provincia gallega, Orense, y entrada en la segunda, Lugo (aún me quedarían las otras dos):

Más guiños al peregrino: peces, cangrejos, jabalíes, …:
Continúa.

Sigue:

Primer pueblo a la vista, Alvaredos:

Al que se entra y se atraviesa, para no ver en él ni a un alma humana:

Por un camino ahora, cada vez más guapo y humilde, dejando Alvaredos atrás y pasando un antiguo puente sobre un riachuelo:

Un detalle, de agradecer, de atención para los peregrinos:

Confluencia con las vías del tren en la estación de Montefurado:

Subiendo hacia el imponente pueblo de Montefurado, con alguna gloriosa ruina y una iglesia monumental (San Miguel, s. XVIII):

Había decidido hacer una pequeña parada frente a la iglesia, aprovechando que había una fuente, cuando de repente apareció un gran perro pastor ladrándome amenazadoramente. Y detrás de él llegaron, con la misma actitud, otro perro grandón lanudo y otro de de esos hocicudos que tienen fama de peligrosos. Comencé a vociferar hasta que aparecieron una chica y un chico andando tranquilamente y diciéndome … ¿Alguien podría adivinar lo que me dijeron? ¡Sí!: “no hacen nada, sólo ladran”. Digo yo que estos dueños irresponsables de perros que parecen ignorar que el que te ladre un perro con aire amenazador es una forma de agresión que puede asustar mucho, podrían tener la originalidad, al menos, de inventarse alguna otra frase distinta. En fin, por lo menos me pidieron disculpas.

Continúa.

Sigue:

Pasado el susto y habiendo picado algo de lo que llevaba, bebido y recargado de agua la botella, continué la ascensión a través del pueblo:

Al coger altura se tiene a la vista allá abajo lo que da nombre al pueblo: un gran túnel escavado por aquellos asombrosos romanos para desviar el Sil, dentro de sus trabajos de búsqueda de oro:

A continuación llega un tramo guapo, pero bastante duro y seguramente complicado para peregrinos ciclistas: una fuerte y pedregosa ascensión, mientras Montefurado (y sus perros) va quedando abajo:

La pendiente se suaviza al dar vista a una nueva aldea, aparentemente abandonada, que se atraviesa poco después: O Ermidón:

“Volando” por encima del Sil, las vistas sobre el río, la carretera, las vías del tren y algunos pueblos, son extraordinarias, decoradas además con los cerezos en flor (suerte de haber adelantado mi Camino este año respecto a las fechas que suelo tener por costumbre):

Una guapa mariposa que “cacé” gracias al potente zoom de la cámara y una flor de jara (recuerdos de la Vía de la Plata, donde las vi muy abundantes):

“Vendas”, restos de antiguas ventas, por las que seguramente pasarían los arrieros:

Continúa.

Sigue:

Precioso caminillo para llegar a la Capilla das Farrapas, tras de la que hay una antigua almazara, y viendo por arriba al siguiente pueblo: Bendilló:

Llegada a Bendilló, sin ver tampoco a nadie, con nueva parada para beber y recargar agua (comenzaba a hacer calor):

Extraordinarias las vistas sobre el Sil:

Como ví que llegaría a Quiroga ya algo tarde (y habiendo desayunado tan pronto), decidí pararme a comer (bocadillo de jamón, queso y tomate, y un plátano) en aquél lugar de privilegiadas vistas:

En marcha de nuevo:

Soldón, un nuevo pueblo sin ver a ningún habitante, salvo un par de perrillos, uno de ellos algo guerrero:

Continúa.

Sigue:

Viaducto sobre el río Soldón:

Aldea de Sequeiros y más camino:

Quiroga (que se hacía ya de desear) insinuándose a lo lejos:

Pueblo de Os Novais y castillo del mismo nombre que se va dejando arriba a la izquierda:

Más tramo de precioso camino, dejando atrás el castillo o torre de Novais:

Quiroga cada vez más cerca….. y por fin:

Lo primero, ir al albergue:

Solo registrarme y antes de instalarme, les dejé la mochila en recepción y me fui a tomar una buena caña que venía deseando (es lo que tiene el “buen tiempo”):

El albergue, privado, bastante (o muy) bueno: una habitación sólo para mí (con mantas que me libraban de desplegar mi saco) con baño, cocina, …: sólo 10 €:

Continúa.

Sigue:

Por la tarde, paseo por Quiroga (no mucho que ver): iglesia, Casa do Concello, cruceiro, … y un vino muy rico de la zona: tinto Mencía:

Me llamó agradablemente la atención ver a algún grupo de “veteranos” pasando la tarde de tertulia:

Por cierto, el nombre de "Quiroga" siempre me recuerda (y me recordó estando allí) a unos familiares con ese apellido, hijos de un maestro gallego que fue a ejercer a mí pueblo, Sietes, que se casó allí con una prima mía y se quedó ya a vivir en Asturias. Aún no sabía que precisamente en este Camino vería a uno de ellos.

Al día siguiente me esperaba la que dicen ser “etapa reina”, por larga y dura. Parece que podría “disfrutar” bastante. Tendría que ir también preparado para comer antes del fin de la etapa y me despediría del gran Sil, que tanto me había acompañado.

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