"PARDILLOS" EN LA MONTAÑA
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"PARDILLOS" EN LA MONTAÑA
Pues de unos “pardillos” efectivamente se trata este escrito a la vista de sus anécdotas. Pero estos inexpertos “pardillos” serían pronto unos excelentes escaladores que con sus correrías por los Picos dejarían su imperecedera huella en muchas de sus cumbres al ser conquistadores de muchas cimas vírgenes y haber pasado a la historia del montañismo astur como unos de sus grandes protagonistas.
Corresponde el siguiente texto a copia hecha del diario de Emilio Ribera Pou (El Noy).
La mala calidad de la máquina de escribir que por aquel entonces utilizó, a la par de que el diario que yo poseo es fotocopia del original, impide en determinados párrafos del escrito el poder interpretar correctamente las palabras escritas. En letra cursiva pongo el relato tal cual lo escribe El Noy.
La fecha en que discurren los hechos es octubre de 1.932. Entre los días 9 y 16 de ese mes, Emilio Ribera (El Noy) en compañía de Emilio Martinez (El Boti) y Aurelio Medina salen de Gijón para hacer travesías y ascensiones por los Picos. El Noy narra en su diario todas las vicisitudes que por aquel entonces debían de padecer para llegar a las montañas tras coger varios trenes entre los cuales había uno que el Noy llama “tranvía-cucaracha” que discurría entre Arriondas y Covadonga. Desde este punto comenzaban a caminar para adentrarse en el Macizo Occidental. A la larga aproximación tenían que unir las voluminosas mochilas cargadas de latas y demás alimentos para su subsistencia en la montaña durante ocho días a la par que el material deportivo: brújulas, altímetros, mapas, cuerda, revolver, cuchillos de explorador, piolet, silbatos, cantimploras, linternas, velas, ropa etc. Era la época romántica del montañismo astur. Los Picos aún se encontraban en estado prácticamente virginal. Ellos eran jóvenes, novatos y nulos conocedores de la zona.
Día 9 duermen en Vega Redonda.
Día 10: Hacen chocolate para desayunar. Se enriscan en un lugar próximo a la Horcada de Santa María imposible de interpretar por el mal estado de la fotocopia. Vuelven al refugio y cocinan una fabada. ¡¡…!! Tras comer observan el mapa con detenimiento y llegan a la conclusión de que en vez de subir a la Torre Santa de Enol (así la llama Noy) se han equivocado y se enriscaron en la Torre del Alba por lo cual deciden volver al día siguiente por el camino del Jou Santu.
A la tarde van hasta el Mirador de Ordiales. El Noy describe la vista de este lugar, al que aparentemente es su primera visita, de modo poético.
Vuelven al refugio y al darse cuenta de que tienen el reloj parado[i]…”lo ponemos a la misma hora en que ayer se fugó el último destello de luz”[/i]
Día 11: Se levantan a las 4 de la mañana. “A las 7,55 de nuestra hora especial nos ponemos en camino para intentar otra vez la escalada a la Torre Santa de Enol”
Desde el Jou Santu dudan de por donde subir a la cima ya que no ven paso aparente. Deciden entonces intentar la ascensión de la Torre Santa de Castilla (así la llama). La mucha nieve que hay, la niebla que los rodea, el frío que les atenaza y su inexperiencia en la zona les decide dar la vuelta. En el regreso, el Boti y Aurelio que van encordados por un nevero, caen y se quedan parados metros mas abajo sin novedad. Mas tarde al Boti se le desprende el tacón de una bota. Vuelven al refugio.
Día 12: Recogen y limpian el refugio. El Boti que tiene las botas inutilizadas coge unas corizas abandonadas en el refugio. Se marchan y se encuentran con José Remis (hijo de Remis el guarda de Vegarredonda): “Nos dijo (trozo en blanco en el escrito) hasta su choza y ha visto la puerta destrozada y gran número de destrozos, y que, por tanto hay que indemnizarle nosotros, estupefactos ante tal injusticia, o mejor dicho, chantaje le razonamos que no hemos cometido semejantes atropellos, y después le leemos la libreta de los apuntes en que claramente dejamos escrito como encontramos la choza. Ante tal razonamiento parece que se tiene que convencer algo. Le decimos que le abonaremos la leña que gastamos y nos dice que no la quiere cobrar, pues que para eso la dejaba allí. Le damos 5 pesetas por gratificación ya que es cuidador de Vega-Redonda y queda complacido: nosotros damos por terminado este enojoso incidente”
Pretenden dirigirse a las cabañas de Ario, pero el guarda Aquilino Torre acompañante de Remis se lo quita de la cabeza por lo avanzado de la temporada si quisiesen ir solos por lo cual decide acompañarles como guia. Se informan hablando con él de por donde se subía a la Torre Santa de Enol e igualmente de la de Castilla. De esta última deducen haber cogido bien la entrada pero el hielo que tiene la pared les hubiese impedido la escalada según Aquilino.
Al llegar a Ario un lobo escapa del fusil del guarda al esconderse tras unas peñas. A las 3 de la tarde y después de escuchar las indicaciones del guarda inician la bajada por la Canal de Trea. Se les aproxima la noche y se extravían. Bajan en varias ocasiones con la técnica del rappel y por fin localizan la senda correcta que vuelven a perder hasta llegar a la canal de Electra de Viesgo en la ruta del Cares. No saben como pasarla, la noche está encima, la sed los atenaza y echan una cantimplora atada con una cuerda a la canal (por aquel entonces aún sus aguas eran potables)
“Hacemos un disparo con la esperanza de que nos oiga alguna persona. Seguimos por el muro del canal que tendrá unos 30 centímetros de ancho. A un lado las aguas del canal corren veloces y al otro lado estamos a mucha altura encima del Cares. El canal se introduce dentro de un túnel y encontramos una estrecha cornisa tallada en la roca que tenemos que pasar con mucha precaución, pues un resbalón podría ser fatal. A nuestros pies tenemos un abismo negrísimo que no podemos calcular su profundidad. La cornisa termina en unas escaleras talladas en la roca y mueren en una gravera: Aurelio con la lamparilla eléctrica va a explorar arriba para buscar alguna cueva. Pasan unos minutos y al fin nos grita que subamos. Encontró una rendija en un saliente de la peña y estirados malamente entramos los tres. Empezamos a quitar piedras y broza para agrandarla y nos metemos en ella. Son las 7,30 y nos acordamos que no tenemos en el cuerpo mas que el ligero chocolate que desayunamos en el refugio, y tanteando, sacamos unas galletas de los bolsos del morral, disponiéndonos a pasar la noche de la mejor forma posible”.
“El “carabo” nos gastó una broma muy pesada: Hacía un momento que estábamos silenciosos, cuando oímos lejanas voces, como llamando a alguien. Nosotros interpretamos que habían oído nuestro disparo, y que nos estaban buscando, y rápidamente contestamos con fuertes voces y pitadas, pero, las llamadas pararon misteriosamente al acto para volver a reanudarse a la media hora. Volvimos a contestar y otra vez vino el silencio, y así muchas veces. Ya estábamos algo escamados, porque notábamos que eran un tanto agudos y poco humanos, hasta que cansados de este juego hicimos otro disparo y ya no se volvieron a oír más. El “picarebollos” también nos tuvo en jaque, pues con su golpeteo seco, creíamos que detrás nuestro había alguien golpeando piedras”
Narran luego igualmente como la luna llena que salió, les causó alguna que otra “sorpresa” y como constantemente caían piedras sobre la gravera donde estaban sin encontrar explicación alguna al respecto.
Continuará...
Corresponde el siguiente texto a copia hecha del diario de Emilio Ribera Pou (El Noy).
La mala calidad de la máquina de escribir que por aquel entonces utilizó, a la par de que el diario que yo poseo es fotocopia del original, impide en determinados párrafos del escrito el poder interpretar correctamente las palabras escritas. En letra cursiva pongo el relato tal cual lo escribe El Noy.
La fecha en que discurren los hechos es octubre de 1.932. Entre los días 9 y 16 de ese mes, Emilio Ribera (El Noy) en compañía de Emilio Martinez (El Boti) y Aurelio Medina salen de Gijón para hacer travesías y ascensiones por los Picos. El Noy narra en su diario todas las vicisitudes que por aquel entonces debían de padecer para llegar a las montañas tras coger varios trenes entre los cuales había uno que el Noy llama “tranvía-cucaracha” que discurría entre Arriondas y Covadonga. Desde este punto comenzaban a caminar para adentrarse en el Macizo Occidental. A la larga aproximación tenían que unir las voluminosas mochilas cargadas de latas y demás alimentos para su subsistencia en la montaña durante ocho días a la par que el material deportivo: brújulas, altímetros, mapas, cuerda, revolver, cuchillos de explorador, piolet, silbatos, cantimploras, linternas, velas, ropa etc. Era la época romántica del montañismo astur. Los Picos aún se encontraban en estado prácticamente virginal. Ellos eran jóvenes, novatos y nulos conocedores de la zona.
Día 9 duermen en Vega Redonda.
Día 10: Hacen chocolate para desayunar. Se enriscan en un lugar próximo a la Horcada de Santa María imposible de interpretar por el mal estado de la fotocopia. Vuelven al refugio y cocinan una fabada. ¡¡…!! Tras comer observan el mapa con detenimiento y llegan a la conclusión de que en vez de subir a la Torre Santa de Enol (así la llama Noy) se han equivocado y se enriscaron en la Torre del Alba por lo cual deciden volver al día siguiente por el camino del Jou Santu.
A la tarde van hasta el Mirador de Ordiales. El Noy describe la vista de este lugar, al que aparentemente es su primera visita, de modo poético.
Vuelven al refugio y al darse cuenta de que tienen el reloj parado[i]…”lo ponemos a la misma hora en que ayer se fugó el último destello de luz”[/i]
Día 11: Se levantan a las 4 de la mañana. “A las 7,55 de nuestra hora especial nos ponemos en camino para intentar otra vez la escalada a la Torre Santa de Enol”
Desde el Jou Santu dudan de por donde subir a la cima ya que no ven paso aparente. Deciden entonces intentar la ascensión de la Torre Santa de Castilla (así la llama). La mucha nieve que hay, la niebla que los rodea, el frío que les atenaza y su inexperiencia en la zona les decide dar la vuelta. En el regreso, el Boti y Aurelio que van encordados por un nevero, caen y se quedan parados metros mas abajo sin novedad. Mas tarde al Boti se le desprende el tacón de una bota. Vuelven al refugio.
Día 12: Recogen y limpian el refugio. El Boti que tiene las botas inutilizadas coge unas corizas abandonadas en el refugio. Se marchan y se encuentran con José Remis (hijo de Remis el guarda de Vegarredonda): “Nos dijo (trozo en blanco en el escrito) hasta su choza y ha visto la puerta destrozada y gran número de destrozos, y que, por tanto hay que indemnizarle nosotros, estupefactos ante tal injusticia, o mejor dicho, chantaje le razonamos que no hemos cometido semejantes atropellos, y después le leemos la libreta de los apuntes en que claramente dejamos escrito como encontramos la choza. Ante tal razonamiento parece que se tiene que convencer algo. Le decimos que le abonaremos la leña que gastamos y nos dice que no la quiere cobrar, pues que para eso la dejaba allí. Le damos 5 pesetas por gratificación ya que es cuidador de Vega-Redonda y queda complacido: nosotros damos por terminado este enojoso incidente”
Pretenden dirigirse a las cabañas de Ario, pero el guarda Aquilino Torre acompañante de Remis se lo quita de la cabeza por lo avanzado de la temporada si quisiesen ir solos por lo cual decide acompañarles como guia. Se informan hablando con él de por donde se subía a la Torre Santa de Enol e igualmente de la de Castilla. De esta última deducen haber cogido bien la entrada pero el hielo que tiene la pared les hubiese impedido la escalada según Aquilino.
Al llegar a Ario un lobo escapa del fusil del guarda al esconderse tras unas peñas. A las 3 de la tarde y después de escuchar las indicaciones del guarda inician la bajada por la Canal de Trea. Se les aproxima la noche y se extravían. Bajan en varias ocasiones con la técnica del rappel y por fin localizan la senda correcta que vuelven a perder hasta llegar a la canal de Electra de Viesgo en la ruta del Cares. No saben como pasarla, la noche está encima, la sed los atenaza y echan una cantimplora atada con una cuerda a la canal (por aquel entonces aún sus aguas eran potables)
“Hacemos un disparo con la esperanza de que nos oiga alguna persona. Seguimos por el muro del canal que tendrá unos 30 centímetros de ancho. A un lado las aguas del canal corren veloces y al otro lado estamos a mucha altura encima del Cares. El canal se introduce dentro de un túnel y encontramos una estrecha cornisa tallada en la roca que tenemos que pasar con mucha precaución, pues un resbalón podría ser fatal. A nuestros pies tenemos un abismo negrísimo que no podemos calcular su profundidad. La cornisa termina en unas escaleras talladas en la roca y mueren en una gravera: Aurelio con la lamparilla eléctrica va a explorar arriba para buscar alguna cueva. Pasan unos minutos y al fin nos grita que subamos. Encontró una rendija en un saliente de la peña y estirados malamente entramos los tres. Empezamos a quitar piedras y broza para agrandarla y nos metemos en ella. Son las 7,30 y nos acordamos que no tenemos en el cuerpo mas que el ligero chocolate que desayunamos en el refugio, y tanteando, sacamos unas galletas de los bolsos del morral, disponiéndonos a pasar la noche de la mejor forma posible”.
“El “carabo” nos gastó una broma muy pesada: Hacía un momento que estábamos silenciosos, cuando oímos lejanas voces, como llamando a alguien. Nosotros interpretamos que habían oído nuestro disparo, y que nos estaban buscando, y rápidamente contestamos con fuertes voces y pitadas, pero, las llamadas pararon misteriosamente al acto para volver a reanudarse a la media hora. Volvimos a contestar y otra vez vino el silencio, y así muchas veces. Ya estábamos algo escamados, porque notábamos que eran un tanto agudos y poco humanos, hasta que cansados de este juego hicimos otro disparo y ya no se volvieron a oír más. El “picarebollos” también nos tuvo en jaque, pues con su golpeteo seco, creíamos que detrás nuestro había alguien golpeando piedras”
Narran luego igualmente como la luna llena que salió, les causó alguna que otra “sorpresa” y como constantemente caían piedras sobre la gravera donde estaban sin encontrar explicación alguna al respecto.
Continuará...
alberto rodríguez montes
www.casadelchiflon.com
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- trasgugrao
- Mensajes: 1871
- Registrado: Vie Ago 19, 2005 7:49 am
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Re: "PARDILLOS" EN LA MONTAÑA
Interesante esa historia, Alberto.El “picarebollos” también nos tuvo en jaque, pues con su golpeteo seco, creíamos que detrás nuestro había alguien golpeando piedras”
Qué es un picarebollos??
Saludos.
-
- Mensajes: 1998
- Registrado: Sab Dic 03, 2005 10:47 pm
- Ubicación: Oviedo
Bien, el asunto de los nombres vernáculos está siempre sujeto a controversia, razón por la que ha cosechado tanto éxito la lingua franca de latinajos que Linneo popularizó hace dos siglos y medio. "Rebollo" y su variantes fonéticas ("rebollu", "rebotso", "rebutsu") son una evolución asturleonesa de la palabra latina "robur-roboris", hermana por tanto del castellano "roble" y del catalán "roure". En la bibliografía naturalista en castellano se ha popularizado el nombre de "rebollo" para la especie Quercus pyrenaica, muy característica por sus hojas peludas, que se secan pero no se caen del árbol hasta que a la primavera siguiente las empujan las nuevas. Es propio de lugares con veranos relativamente secos y heladas tardías, y abunda muchísimo en terrenos silíceos de la cara sur de la Cordillera. Es raro verlo formando auténticos bosques (los hay muy buenos, por ejemplo, en Sanabria), y lo normal es que los incendios dejen su masas relegadas a densos matorrales que rebrotan de raíz, muy típicos del paisaje de la montaña leonesa y palentina. En la vertiente norte, y a excepción de algunas comarcas de clima excpecional (Liébana sobre todo, y también el valle medio del Narcea en Asturias), solo forma rodales en laderas que miran al sur. Otro nombre que se ve escrito en los libros es "melojo". Los lebaniegos lo llaman "tociu", y en Asturias lo he oído llamar "carbayu negral".
Pero en las tierras de verano húmedo donde falta ese "rebollo por antonomasia", la palabra "rebollo" se utiliza para otros tipos de robles, caducifolios en este caso. Los quirosanos, por ejemplo, distinguen el "carbachu" de las zonas bajas (Quercus robur, de hojas sentadas y bellotas pedunculadas) del "rebotsu" de las montañas (Quercus petraea, de hojas pecioladas y bellotas sésiles). Supongo que "picarrebollos" se tiene que referir, en la zona húmeda de las rampas del Cornión, a alguno de estos robles eurosiberianos, y no al "rebollo" submediterráneo. Para el pájaro carpintero he oído muchas veces el nombre de "picatueros".
Siguiendo con el caos de nombres vernáculos de los robles, existe aún otra especie de hojas semicaducas, Quercus faginea (bastante común, entre otras zonas, en la parte baja de las canales del Cares), que en la bibliografía naturalista en castellano se suele llamar "quejigo". Pero los cántabros llaman "cajiga" a la especie caducifolia que llamamos "carbayu" en el centro de Asturias (Quercus robur), a cuyos ejemplares pequeñajos sí se llama "caxigues" en Asturias...
Un saludo, y perdón por la cagadita de erudición, un tanto improcedente y excesiva.
Pero en las tierras de verano húmedo donde falta ese "rebollo por antonomasia", la palabra "rebollo" se utiliza para otros tipos de robles, caducifolios en este caso. Los quirosanos, por ejemplo, distinguen el "carbachu" de las zonas bajas (Quercus robur, de hojas sentadas y bellotas pedunculadas) del "rebotsu" de las montañas (Quercus petraea, de hojas pecioladas y bellotas sésiles). Supongo que "picarrebollos" se tiene que referir, en la zona húmeda de las rampas del Cornión, a alguno de estos robles eurosiberianos, y no al "rebollo" submediterráneo. Para el pájaro carpintero he oído muchas veces el nombre de "picatueros".
Siguiendo con el caos de nombres vernáculos de los robles, existe aún otra especie de hojas semicaducas, Quercus faginea (bastante común, entre otras zonas, en la parte baja de las canales del Cares), que en la bibliografía naturalista en castellano se suele llamar "quejigo". Pero los cántabros llaman "cajiga" a la especie caducifolia que llamamos "carbayu" en el centro de Asturias (Quercus robur), a cuyos ejemplares pequeñajos sí se llama "caxigues" en Asturias...
Un saludo, y perdón por la cagadita de erudición, un tanto improcedente y excesiva.
Villaldín...¿perdón? Yo diría gracias por tus explicaciones.
El Noy denomina Picarebollos a lo que, yo también al igual que Paco, pienso que se refiere al Pájaro carpintero, pero no debemos olvidar que Noy era natural de Cataluña, aún era muy joven cuando escribió esto y es de suponer que su lenguaje estaba por entonces muy condicionado a sus orígenes natalicios.
El Noy denomina Picarebollos a lo que, yo también al igual que Paco, pienso que se refiere al Pájaro carpintero, pero no debemos olvidar que Noy era natural de Cataluña, aún era muy joven cuando escribió esto y es de suponer que su lenguaje estaba por entonces muy condicionado a sus orígenes natalicios.
alberto rodríguez montes
www.casadelchiflon.com
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